El gobierno ha decidido imprimir 1billón de pesos ($1.000.000.000.000) desde que perdió la PASO con el objetivo de darla vuelta y ha dejado en offside al país y sus ciudadanos. La inflación se volvió a disparar en septiembre, luce lo mismo en octubre y a este ritmo de impresión cerraremos el 2021 a un ritmo del 40% anual; la misma inflación que Chile tuvo en los últimos 12 años combinados. Un mes nuestro de inflación es un año de cualquiera de nuestros vecinos.
Argentina es un edificio en ruinas, con bases que crujen, paredes que se descascaran, techos con goteras, caños rotos y oxidados, ladrillos que faltan y al gobierno lo único que se le ocurre es “pintar las paredes”.
Para reparar el daño que tiene el edificio que representa Argentina se necesitan muchas cosas. Primero, decisión política de hacerlo y segundo, paciencia de la ciudadanía mientras las maquinarias, el ruido, el polvo y la suciedad invaden nuestras vidas por muchos años.
Todo lo que el gobierno subsidie ahora, lo pagaremos dentro de unos meses o años. Un reciente estudio determinó que lo que se subsidió de energía durante los últimos 20 años es equivalente al triple lo que se le pidió al FMI durante el gobierno de Macri.
Durante 12 años y continuando ahora, el Kirchnerismo subsidió las tarifas energéticas para que el ciudadano común pagara menos y votara más. Una medida populista que ayuda al ciudadano en el corto plazo, pero arruina al país en el largo. Cada vez se produce menos energía yse importa más, aumentando el déficit fiscal y forzando más impresión o mayor deuda externa.
Se pintaron las paredes, pero dejaron que se pudran los caños. Sino recordemos los cortes de luz que hemos sufrido durante los veranos hasta casi el 2017/18.
La impresión monetaria de hoy es la inflación de mañana. Ese dinero extra, que circula en la calle se irá indefectiblemente a comprar dólares, presionando el mercado cambiario, generando aún mayor inflación dentro de unos meses.
Los nuevos jubilados de 55 años que autorizó el gobierno nos alejan aún más de la posibilidad que el resto de los jubilados cobren un retiro decente. Cada vez más gente vive del estado, debilitando aún más las bases corrosivas que tenemos.
El apoyo a los gremios sostiene la misma épica. Hoy contratar un empleado implica un costo infinitamente mayor al de su salario. Si se contrata 100% en blanco, los impuestos son imposibles de digerir para el empleador y el riesgo de juicio ha aumentado considerablemente en los últimos años. Este costo espanta a cualquier inversionista local o extranjero. ¿Quién quiere instalarse en un país donde el gremio les va a determinar el accionar de la empresa, o les va a bloquear la salida de sus camiones?
La impresión, los planes, los subsidios, las heladeras regaladas y las nuevas jubilaciones son medidas para pintar las paredes. Que la situación actual parezca más linda, cuando en realidad lo único que hacen es esconder momentáneamente los caños que se siguen pudriendo por abajo.
El tema es que la sociedad ya comenzó a mirar más allá y darse cuenta de que la pintura ya no esconde nada.
La pregunta principal es si la sociedad en su conjunto está dispuesta a vivir algunos años con la casa patas para arriba, quitando y cambiando caños oxidados y rompiendo todo para reconstruir un edificio fuerte y estable que nos de estabilidad por varias décadas a futuro.
Es un esfuerzo que puede tomar más de 10 años requiriendo importantes esfuerzos, pero debería ser un camino de ida, sin retorno. Nuestros hijos lo exigen y lo merecen.
(* ) Por Alejandro Itkin. Analista político internacional. Conductor de radio y columnista de temas de política internacional y economía global en medios de Argentina y el mundo.