Capaz la sensación de despedida de un año complejo, cargado de situaciones y experiencias inéditas por la pandemia, sumado a la propia necesidad del ser humano de encontrar en los nuevos tiempos un alivio a la dura realidad que le toca en suerte, hizo que las expectativas por el nuevo comienzo de este 2021 sean un poco más elevadas.
El inminente anuncio de medidas de restricción en la movilidad urbana, las noticias del regreso de los bloqueos de circulación denominados “alarmas sanitarias” o simplemente “toques de queda”, la lejanía de un normal inicio de clases en febrero (donde debería primar una mezcla de sistema presencial y virtual), el incesante crecimiento de la curva de contagios y la aparición de una nueva cepa de COVID19 en el Reino Unido que se va esparciendo por el mundo, hacen que poco a poco vaya desapareciendo el optimismo natural de un nuevo ciclo.
A pesar de la calma relativa con que atravesamos Diciembre, la situación económica sigue siendo compleja, los números estadísticos que confirman el crecimiento de los niveles de pobreza e indigencia dados en la “cuarentena eterna” convierten al mentado debate de la “economía o la salud” en algo abstracto, sumándose la preocupación de una “segunda ola” del COVID que tarde o temprano llegará y nos impactara de lleno y con el riesgo que sea “sin salud y sin economía”.
En nuestro Chaco cada día es más notoria la influencia de la intervención estatal para la subsistencia de miles de comprovincianos, y el calendario de pagos de cada semana (de los distintos planes de cobertura social) es la noticia más esperada. El IFE ya es historia, pero lo que no llega es la recuperación del empleo y de la microeconomía. Se apuesta al esfuerzo del trabajo del campo pero no va alcanzar. No va ser suficiente. La pobreza estructural en nuestra Provincia lamentablemente se irá consolidando.
Es este Chaco donde conviven los movimientos sociales que exigen atención casi permanente con el sector de servicios de la otrora “Capital del Nordeste” que trata de mantenerse a duras penas; donde hay un interior productivo con foco en las grandes producciones agrícolas ganaderas, pero también hay un interior profundo donde priman las carencias y el siglo 21 no ha llegado; este Chaco ejemplo de “crisol de razas” sigue basando su economía en sus productos primarios, con una industrialización que asoma pero depende del auxilio del estado por las asimetrías regionales. Es en esta tierra donde se busca el progreso a pesar de las adversidades.
En poco tiempo tendremos, ineludiblemente, el comienzo de los tiempos electorales; veremos el debate de la utilización o no de las PASO, escucharemos discursos épicos sobre los hechos de la pandemia, seremos testigos de cruces de discursos diametralmente opuestos sobre la realidad de las cosas; pero en la condición de miembros de una sociedad democrática debemos sin dudas ser participes de los desafíos que este escenario nos coloca. Somos actores políticos y debemos ser protagonistas. Hacer notar el incumplimiento de las llamadas “promesas de campaña” por parte de quienes hoy conducen el destino del Gobierno, pero sin dejar de vislumbrar las necesidades y los reclamos que surgen para poder canalizarlos en acciones y hechos positivos. Defender los principios republicanos pero sin olvidar la compleja trama de la economía local y la necesidad de los cambios que mejoren la calidad de vida de nuestros hermanos chaqueños. Por ahí es el camino y ese es el desafío de estos nuevos tiempos.