Tras décadas de aumento de la esperanza de vida, el incremento parece estar ralentizándose. Un nuevo estudio pone en duda hasta qué punto pueden vivir las poblaciones más sanas.
La persona más anciana de la que se tiene constancia, la francesa Jeanne Calment, vivió hasta los 122 años. ¿Cuáles son las probabilidades de que el resto de nosotros también lleguemos a esa edad?
No son muchas, salvo que se produzca un avance médico transformador, según un estudio publicado el lunes en la revista Nature Aging.
El estudio analizó datos sobre la esperanza de vida al nacer que fueron recopilados entre 1990 y 2019 de algunos de los lugares donde las personas suelen vivir más tiempo: Australia, Corea del Sur, España, Francia, Hong Kong, Italia, Japón, Suecia y Suiza. También se incluyeron datos de Estados Unidos, aunque la esperanza de vida de este país es menor.
Los investigadores descubrieron que, aunque la esperanza de vida media aumentó durante ese periodo en todos los lugares estudiados, el ritmo al que lo hizo se ralentizó. La única excepción fue Hong Kong, donde no se desaceleró.
Los datos sugieren que, tras décadas de aumento de la esperanza de vida gracias a los avances médicos y tecnológicos, los seres humanos podrían estar acercándose a los límites de la esperanza de vida media que es posible alcanzar.
“Básicamente, estamos sugiriendo que lo que vivimos ahora es lo máximo que vamos a vivir”, dijo S. Jay Olshansky, profesor de epidemiología y bioestadística de la Universidad de Illinois Chicago, quien dirigió el estudio. Predijo que la esperanza de vida máxima acabará rondando los 87 años —aproximadamente 84 para los hombres y 90 para las mujeres—, una edad media que varios países ya están a punto de alcanzar.
Durante el siglo XX, la esperanza de vida aumentó espectacularmente, impulsada por innovaciones como el saneamiento del agua y los antibióticos. Algunos científicos prevén que este ritmo se mantendrá a medida que se descubran mejores tratamientos y prevenciones para el cáncer, las enfermedades del corazón y otras causas comunes de muerte. El famoso demógrafo James Vaupel sostenía que la mayoría de los niños nacidos en el siglo XXI vivirían hasta los 100 años.
Sin embargo, de acuerdo con el nuevo estudio, es poco probable que sea así. Los investigadores descubrieron que, en lugar de que un mayor porcentaje de personas llegue a los 100 años en los lugares que analizaron, las edades a las que muere la gente se han comprimido en un marco temporal más reducido.
Olshansky lleva mucho tiempo oponiéndose a la idea de que la esperanza de vida aumentará constantemente y para siempre. En un artículo publicado en Science en 1990, presentaba la teoría de que los seres humanos ya estaban a punto de alcanzar el límite de la esperanza de vida media.
Más de 30 años después, dijo que su nuevo estudio ofrece datos fehacientes que respaldan su hipótesis original, una afirmación que incluso quienes han apostado en su contra dicen que tiene mérito.
Steven Austad, catedrático de biología de la Universidad de Alabama en Birmingham, quien ha apostado con Olshansky a que un ser humano vivo en la actualidad llegará a los 150 años, dijo que el artículo era “excelente” y “establece sin lugar a dudas” que el aumento de la esperanza de vida se ha ralentizado.
Jan Vijg, profesor de genética de la Facultad de Medicina Albert Einstein de Nueva York, quien también ha investigado los límites de la esperanza de vida humana, se mostró de acuerdo y dijo que el estudio de Olshansky estaba “bien hecho”.
“Siempre ha sido lo que la gente consideraba pesimista, pero creo que también es realista”, dijo Vijg.
La nueva investigación sugiere que, aunque la medicina moderna ha ayudado a que más personas vivan regularmente hasta los 70, 80 y 90 años, conseguir que la edad media supere esa cifra resultará difícil. Por ejemplo, los científicos calcularon que aunque se eliminaran todas las muertes antes de los 50 años, la esperanza media de vida máxima solo aumentaría un año en el caso de las mujeres y un año y medio en el de los hombres.
“Podemos fabricar un poco más de tiempo de supervivencia mediante avances médicos”, así como reduciendo las disparidades sanitarias y fomentando estilos de vida más saludables, dijo Olshansky.
Pero, añadió, incluso si se eliminaran las muertes por enfermedades comunes o accidentes, la gente moriría por el propio envejecimiento. “La disminución de la función de los órganos internos y de los sistemas orgánicos aún hace prácticamente imposible que estos organismos vivan mucho más de lo que viven ahora”, dijo Olshansky.
No todo el mundo está de acuerdo. Luigi Ferrucci, director científico del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento, coincidió en que es poco probable que veamos aumentos sustanciales de la esperanza de vida si se mantiene el statu quo. Pero dijo que invertir más en salud preventiva podría cambiar esa situación al retrasar la aparición de enfermedades, lo que a su vez podría dar lugar a “menos daños debidos a la biología del envejecimiento”.
Nadine Ouellette, profesora asociada de demografía en la Universidad de Montreal, discrepó con otro aspecto del estudio. Dijo que la esperanza de vida media “a veces puede inducir a error”, ya que está muy condicionada por las muertes en los primeros años de vida. En su lugar, recomendó analizar la edad a la que fallece la mayoría de la gente, la llamada edad modal de muerte, que se centra más en los últimos años de la vida.
Para Olshansky, lo único que podría alargar radicalmente la esperanza de vida es que los científicos desarrollaran una intervención para ralentizar el propio proceso de envejecimiento, algo sobre lo que se siente “optimista”, dijo.
Austad también está convencido del potencial de la medicina antienvejecimiento. Y dijo que el nuevo artículo no cambia su apuesta de que un ser humano vivo en la actualidad llegará a los 150 años, porque siempre se ha basado en “un gran avance en el tratamiento del propio proceso de envejecimiento”.
Fuente: nytimes.com