Este jueves 17 de marzo, se aprobaría la posibilidad de que el presidente Alberto Fernández pueda negociar y firmar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). La Cámpora irresponsablemente se desprende, Cristina Kirchner se victimiza y el presidente de la Nación inaugura una pileta de natación.
Corren tiempos difíciles en la Argentina, ahora la responsabilidad de la inflación y el descalabro es la invasión rusa a Ucrania. Raro, ¿no?. Porque la inflación estalló en febrero y la guerra despiadada comenzó casi terminando ese mes.
Pero como nos tiene acostumbrados el kirchnerismo, o el nonato albertismo; siempre, pero siempre, la culpa es del otro. Se trata de ocultar la grieta del oficialismo, el fracaso de gobernar ya más de 26 meses sin resultados y transformándose en el peor gobierno de la historia reciente desde el ´83 a esta parte.
Ocurre también que Alberto ya no tiene control, ni del gobierno ni del poder real. No tiene control sobre la realidad social del país, como tampoco maneja la agenda política y económica.
El gobierno no se hace cargo de nada, se pasó rápidamente del ¡Ah, pero Macri! al ¡Ah, pero la guerra!, y no es posible pensar una solución mágica el viernes a partir del inicio de “la guerra contra la inflación”. Tal vez, la primera vez que apareció esa palabra en el relato oficial.
Por otro lado, la maquinaria propagandística del gobierno funciona, casi igual que la estatal rusa de información sobre los crímenes de lesa humanidad, que comete en Ucrania.
Sin embargo, el oficialismo sigue “generando empleos”, haciendo ingresar a militantes de La Cámpora a oficinas estatales, haciendo crecer aún más el gasto público, cuando le pide a la gente, al trabajador, al creador de riqueza en Argentina, nuevos esfuerzos, nuevas miserias y futuras insatisfacciones.
Cuando termine la sesión de senadores con la aprobación de la autorización para firmar el acuerdo con el fondo, Alberto no será distinto, la Argentina no será otra y la gente no verá la luz al final del túnel.
Por eso, el gobierno kirchnerista tira manteca al aire, porque techo, lo que se dice techo, ya no existe.