Dicen que hay que vestirse para el trabajo que uno quiere, y parece que ni siquiera Elon Musk es la excepción.
La semana pasada se le hizo una pregunta aparentemente sencilla a Karoline Leavitt, secretaria de prensa del presidente Donald Trump, sobre el código de vestimenta de la Casa Blanca.
Una persona de la prensa señaló que los funcionarios del gobierno estaban “molestos” porque el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, no había usado un traje para ir al Despacho Oval. Sin embargo, continuó esta persona, “Elon Musk nunca lleva traje ahí. Entonces, ¿cuál es el código de vestimenta?”.
Como suele ocurrir con todo en Washington, en realidad se trataba de una cuestión de poder.
Musk ejerce el suyo vistiendo de manera informal donde todos los demás deben vestir formalmente. Lleva su camiseta de “apoyo técnico” por la ciudad y en las reuniones con el presidente.
Por eso, cuando el magnate de la tecnología se puso traje y corbata dos veces la semana pasada, como cualquier trabajador común y corriente de Washington, se vio como una señal de que tal vez algunas de las viejas reglas de este lugar —y las relativas a la moda y la etiqueta están entre las más antiguas— de pronto ya se estaban aplicando a este especialísimo empleado gubernamental.
Curiosamente, cuando Musk se pone un buen traje, da la impresión de haber perdido estatus.
No hay duda de que él y Trump siguen juntos en este viaje —el presidente incluso publicó el martes en redes sociales que iba a comprar un Tesla—, pero la semana pasada las cosas empezaron a cambiar un poco para Musk. Los secretarios del gabinete comenzaron a enfrentarlo. Trump dijo que tendría que utilizar un “bisturí” en lugar de un “hacha” para hacer los recortes en el gobierno. Los legisladores republicanos del Capitolio empezaron a preocuparse por él.
Leavitt dijo en su sesión informativa que cuando Musk se puso un traje para el discurso del presidente ante el Congreso, “creo que al presidente le gustó mucho”. Volvió a ponerse uno dos días después para la segunda reunión del gabinete. (En la primera se había puesto la camiseta de “soporte técnico” y bromeó sobre cómo iba vestido).

Para Donald Trump, los trajes no son poca cosa. Su padre, un promotor inmobiliario, usaba uno todos los días, incluso cuando iba a visitar las obras. Su hijo acabó haciendo lo mismo. Y ahora sus tres hijos (incluso el adolescente) prefieren los trajes, y se anudan las corbatas de la misma forma que su padre.
Musk es fundamentalmente una criatura de Silicon Valley, un escenario que inició toda una revolución en la forma de vestir del poder. Los jóvenes amos de ese universo se vestían de manera informal para demostrar que pertenecían a una nueva élite, una que se negaba a vestir como los adultos a los que estaban a punto de derrocar. La camiseta derrotó al traje.
Sin embargo, Washington sigue siendo la única ciudad, más que ninguna otra, en la que la gente sigue usando traje y corbata. Por eso resulta curioso ver a Musk de traje. En última instancia, se está vistiendo como la misma cosa que vino a destruir: el burócrata de traje gris.

“Tal vez se sintió mal vestido”, dijo Roger Stone, un antiguo aliado de Trump cuya condena por siete delitos fue conmutada por el presidente en 2020.
Stone, un destacado amante de la ropa, publicó un libro con sus lecciones de vida titulado Stone’s Rules: How to Win at Politics, Business, and Style (“Las reglas de Stone: cómo ganar en política, negocios y estilo”). Una de sus reglas afirma que “si te dedicas a cualquier negocio o profesión, es mucho más probable que tengas éxito si vas bien vestido que si vas mal vestido”.
Stone comentó que le gustaba ver a Musk bien vestido. “Me pareció que se veía genial”, dijo. “Pero dudo que lo vayamos a ver usando uno todos los días. No es su estilo”.
¿Stone sospecha que al presidente le molesta el estilo de Musk? “No puedo especular sobre eso”, objetó.
Siempre ha parecido difícil de creer que, de entre todas las personas, a Trump le pareciera bien que Musk vistiera como lo hace.
Casi nunca se ve al presidente sin traje Brioni y corbata (a menos que esté en uno de sus campos de golf). Durante su primer mandato, le gritó a su secretario de prensa original, Sean Spicer, debido a su elección de traje.

Trump tuvo alguna vez su propia línea de trajes (de venta en Macy’s) y escribió en uno de sus libros que “la forma en que nos vestimos dice mucho de nosotros antes de que digamos una palabra”.
“Para mí, vestir con éxito significa comprender tu entorno: conocer la cultura y hacer un esfuerzo por reflejarla y respetarla”.
Entonces, ¿cómo es que el mismo hombre que escribió eso puede permitir que su adjunto más empoderado vista como un emo de centro comercial en el lugar de vestirse para el trabajo más importante del mundo?
El mes pasado hubo un raro momento en el que Trump parecía un poco molesto por el estilo de Musk, cuando los dos hombres se sentaron uno al lado del otro para una entrevista en Fox News.
Cada uno vestía su respectivo uniforme: un traje y una camiseta.
“Tiene gente muy brillante trabajando para él”, dijo Trump en defensa de Musk. Y, sin embargo, esa gente muy brillante se las arregla para “vestir mucho peor que él, de hecho”.
“Uno no se daría cuenta de que tienen un coeficiente intelectual de 180”, añadió el presidente.
Fuente: The New York Times, por Shawn McCreesh reportero del Times que cubre al gobierno de Trump