El presidente de EE. UU. despejó el camino para un sucesor. Respaldó a la vicepresidenta Kamala Harris, pero aún podría haber una contienda para determinar quién será el nominado.
Ahora que el presidente Joe Biden se retiró de la contienda presidencial, la cuestión que se plantea el Partido Demócrata ya no es si puede ser sustituido como candidato. La pregunta es cómo hacerlo.
El proceso es complicado y abre la puerta a la incertidumbre política de aquí a agosto, cuando los delegados demócratas se reúnan en su convención para votar por un nominado.
Biden tiene el poder de liberar a todos los delegados comprometidos que haya acumulado. Cuando lo haga, esos delegados serán libres de votar por quien quieran. Eso podría llevar a una convención abierta, una situación inusual en la política estadounidense moderna.
¿Qué demócratas podrían lanzarse a la contienda?
La persona clave para tener en cuenta es Harris. Si se convierte en la candidata de consenso, respaldada por Biden y otros líderes demócratas, los posibles competidores con ambiciones a la Casa Blanca tendrán que tomar una gran decisión: desafiarla, en una maniobra arriesgada que podría provocar divisiones perjudiciales dentro del partido, o mantenerse al margen en nombre de la unidad demócrata.
El Partido Demócrata cuenta ahora con un amplio abanico de jugadores emergentes. Entre los posibles candidatos a considerar hay un puñado de gobernadores: Gretchen Whitmer de Míchigan, Josh Shapiro de Pensilvania, Gavin Newsom de California, J. B. Pritzker de Illinois y Andy Beshear de Kentucky. Otros posibles candidatos son Pete Buttigieg, secretario de Transporte, y los senadores Amy Klobuchar, por Minnesota, y Cory Booker, por Nueva Jersey.
¿Biden puede elegir directamente a su sucesor?
Biden puede recomendar a sus delegados lo que deberían hacer y, dada su posición en el partido, tiene mucha influencia. Pero no controla a sus delegados: no puede decirles por quién votar el mes que viene. Y siendo la política del partido lo que es, lo más probable es que se decanten por quien crean que tiene más posibilidades de derrotar a Trump.
Y cualquier intento de nombrar directamente a su sucesor podría desencadenar batallas ideológicas y generacionales en el partido, debilitando potencialmente al candidato final en su enfrentamiento contra Trump.
¿Qué pasa con el dinero que consiguió la máquina de recaudación de fondos Biden-Harris?
Biden y Harris han recaudado cientos de millones de dólares en fondos de campaña en los últimos dos años. Ese dinero se ha destinado a la campaña de Biden, al Comité Nacional Demócrata y a varias organizaciones demócratas estatales. Al 30 de junio, esas organizaciones disponían de 240 millones de dólares. La mayor parte de ese dinero podría ponerse al servicio del próximo candidato.
Hay una gran excepción. La campaña Biden-Harris tiene, al 30 de mayo, 91 millones de dólares. Si Harris es la candidata, ese dinero es suyo. Si es otro candidato, el dinero de Biden-Harris podría devolverse a los donantes (algo muy poco probable) o transferirse a un súper PAC federal, que podría gastarlo en nombre de la candidatura demócrata. Uno de los candidatos que se libraría de estas trabas es Pritzker, un multimillonario que podría financiar la campaña por su cuenta.
¿Cuánto tiempo tiene el Partido Demócrata para resolver esto?
El Partido Demócrata está a punto de ver si puede imitar al Reino Unido: organizar unas elecciones de enormes consecuencias en poco más de un mes. Los demócratas se reunirán en Chicago el 19 de agosto para su convención de nominación; está previsto que el nominado pronuncie su discurso de aceptación el 22 de agosto. El partido establece las reglas y nada es inamovible, pero todo tiene que estar decidido antes del 22 de agosto. Una complicación más: el Comité Nacional Demócrata había estado presionando para que se celebrara antes una votación nominal virtual con la esperanza de resolver cualquier duda sobre Biden antes de la votación oficial.
Fuente: The New York Times