Mateo Apolonio, de tan solo 14 años y 28 días de edad, se convirtió en noticia mundial al ser el jugador más joven en debutar en el futbol profesional argentino.
Gran parte del periodismo nacional se planteó si era prudente hacer que un “niño” de apenas 14 años “salte” etapas madurativas y tenga este debut a tan corta edad con toda la presión que esta situación conlleva. Lo interesante es que estos mismos periodistas no se preguntan si un “niño” de 14, 12, 10 y hasta de 8 años es suficientemente maduro como para decidir transicionar de género, no solo no se lo preguntan sino que dan por sentado que si lo es.
El idiotismo woke pone en duda que un niño de 14 años sea lo suficientemente juicioso como para tolerar y superar una decepción deportiva o laboral y al mismo tiempo está completamente convencido de que un niño de 8 años si tiene la suficiente madurez intelectual, emocional y de conciencia como para sentenciar su futuro a un cambio corporal definitivo e irreversible.
A estos mismos deforestados cerebrales les preocupa más la frustración que puede sufrir un niño de 14 años al debutar prematuramente en el futbol profesional que las consecuencias que puede sufrir un niño de 8 años al que se le mutilan sus órganos sexuales y se lo esteriliza con hormonas de por vida.
El problema con la nefasta agenda 2030 no es que exista, siempre existieron intelectualoides retorcidos capaces de idear semejantes degradaciones en el inconsciente colectivo, tampoco es un problema que políticos descerebrados y periodistas mercenarios aprueben y apoyen este suicidio social masivo. El
verdadero problema es el silencio de quienes, temerosos de ser tildados de intolerantes, exhiben su imbécil cobardía y su pasividad cómplice al dejar que sus hijos sean manipulados y sometidos a esta perversa y precoz sexualización.
Los apologistas del posmodernismo que se muestran tan sensibles con el “niño futbolista”, son los mismos que callan ante la campaña que en España muestra la imagen de un “niño” con la leyenda: “si dice no, no es sexo, es agresión” … ¡como si el consentimiento de un niño de 8 años para tener sexo
fuese suficiente como para que no sea agresión!
Y como se les pasó la mano en esta propaganda y la reacción generalizada de la población fue de asco y de un absoluto rechazo, ahora dicen que fue un error, lo cual es una mentira grande como un edificio. Para probar que es una mentira y que son defensores y promotores de la pedofilia, nada mejor que escuchar a una de las referentes políticas de Podemos, Irene Montero, quien dice: “todos los niños, las niñas y les niñes tienen derecho a conocer que pueden tener relaciones sexuales con quien les dé la gana, basadas eso sí, en el consentimiento” *.
Como dije, el problema no son estos ideólogos destructores del ser humano, tampoco lo son los políticos y periodistas “bien pensantes”, el verdadero problema son las personas de a pie que por ser políticamente correctas no se oponen a semejante atrocidad.
Que un adulto haga de su vida lo que le dé la gana es su asunto y no me incumbe, pero no se metan con los niños y adolescentes. Están transformando en normal, aceptable ¡y hasta obligatorias! las aberraciones
más delirantes bajo la mirada permisiva de los abúlicos ciudadanos de a pie.
Todo esto no es gratis y lamentablemente son pocos los que tienen conciencia del daño que se está causando.
(*) Por Rogelio López Guillemian