Una vez más, Corrientes se ve afectada por la desidia y la desaprensión de un gobierno nacional al que poco le importa una provincia que siempre le ha sido adversa políticamente. La década ganada de Néstor y Cristina Kirchner y los más de dos años del incipiente albertismo, mostraron autoritarismo, falta de federalismo y desaprensión por los correntinos.
Las falaces declaraciones del ministro de Ambiente de Nación, Juan Cabandie, la poca y retrasada ayuda del ministro Julián Domínguez y la lenta reacción del Plan Nacional de Manejo de Fuego, son solo la punta del iceberg de lo que, para Nación, significan la provincia de Corrientes y sus habitantes.
Más de 500.000 hectáreas arrasadas por el fuego por una sequía que lleva ya dos años, le están generando hasta el momento a la provincia más de 2.500 millones de pesos en pérdidas.
La respuesta nacional es, en principio de solo 200 millones, muy por debajo de los requerimientos económicos necesarios para empezar a pensar en la reconstrucción del sistema productivo tanto en lo que se refiere a la actividad agropecuaria como a la forestal.
Sin embargo, el relato kirchnerista al que nos tienen acostumbrados a correntinos y argentinos en general, volvió a dar una muestra de la ineficacia, la indiferencia y la falta de previsión política, demuestra que solo “los amigos” del doble comando en ejercicio de la conducción nacional, tienen derechos y no obligaciones.
Corrientes vuelve a quedar dentro de las provincias con obligaciones sin derechos o solo como receptor de las migajas de un poder autoritario y monárquico que tiene pleno derecho sobre la vida y las propiedades de los correntinos, a quienes sí explota con impuestos nacionales regresivos, distorsivos y usurariamente cobrados.
Argentina está al borde de una balcanización, producto justamente de esas políticas referencialmente basadas en la relación partidaria más que en el bien común. Sostenidas sobre las bases del compromiso electoral por sobre el bienestar general.
El kirchnerismo dio muestra acabada de su forma de hacer política, no haciéndose cargo nunca de sus descontroles, de sus errores y desaciertos y de su falta total de un plan estratégico de desarrollo y crecimiento, pero también, haciendo cargo de sus falencias y sus improvisaciones a las víctimas y no a sus victimarios. En este caso de los incendios, a un ministro vacacionante en medio de una crisis de magnitudes nunca vistas.
Corrientes va a salir adelante, va a seguir luchando como lo hizo a lo largo de toda su historia, pero por sus gobernantes, por su gente; por sus hombres y mujeres que a destajo, luchan a manos limpias contra uno de los fenómenos más agresivos de la naturaleza; el Fuego.