Durante veinte años, un profesor italiano, Nuccio Ordine fue anotando en sus cuadernos fragmentos de los textos que leía y le gustaban. Con este material, mezclado con sus opiniones del actual momento de “cambios, incertidumbres y mutaciones”, elaboró el manifiesto La utilidad de lo inútil. El gobierno argentino hoy no solo ratifica en su accionar ese concepto, sino que avanza hacia “la inutilidad de la inútil”.
Ordine explica que en ese breve ensayo, lanza un grito de alarma sobre la necesidad de volver a fijar el foco en una serie de saberes como la literatura, la filosofía, el arte o la música, “que no dan ningún beneficio, no producen ganancias, pero sirven para alimentar la mente, el espíritu y evitar la deshumanización de la humanidad”.
A su juicio, Nuccio Ordine sostiene que hoy, “la dictadura del provecho ha alcanzado un poder que está fuera de cualquier límite, no hay aspecto de la vida de todos nosotros que no esté dominado por el utilitarismo“.
Pero también sostiene que esa primigenia utilidad de lo inútil, privatiza los beneficios y socializa los fracasos y las deudas. Casi la anticipación de lo que el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner mostraría en la Argentina desde 2019.
Es que todas las políticas implementadas desde el 10 de diciembre de ese año hasta ahora, no solo se basan en que “la culpa es siempre del otro”, sino que además, los esfuerzos y sacrificios deben hacerlo también los otros, nunca ellos.
Pero la inutilidad de este gobierno, ahora reflejada con claridad meridiana en la carta de 14 páginas de renuncia de Matías Kulfas y la posterior y deliberada separación del gobierno de lo que allí se denuncia, indica que esa inutilidad en la gestión ya avanza sobre justamente, la inutilidad de lo inútil. Ya ni siquiera es útil esa inutilidad.
Tal vez hoy, Ordine conociendo el caso argentino replantearía sus conceptos. Ya ni siquiera la inutilidad de la mentira, de la decadencia y de la corrupción son útiles a la hora de justificar acciones y omisiones nefastas para la economía y la sociedad argentina.
La ineptitud, la torpeza, la incapacidad de lo que casi todo el espectro político opositor, e incluso, filas adentro del gobierno de Fernández y Kirchner aseguran que “este es el peor gobierno de la historia constitucional argentina”, ha sobrepasado los límites de toda posibilidad de ver en el horizonte, mejoras sustanciales.
La falta de rumbo, las inconsistencias, la falta de previsibilidad, las carencias intelectuales y sobre todo, la soberbia del dedo acusador, dan muestras acabadas de que la inutilidad, ya no es útil al momento de sostener un gobierno que se derrumba y que no tiene futuro cierto.
La falta de agenda realmente social también es una máscara que oculta lo inútil de proponer propaganda proselitista mintiendo como es el caso del Gasoducto Néstor Kirchner.
La inutilidad de lo inútil se hizo carne en el oficialismo kirchnerista y es muy difícil o casi imposible, revertir esta situación. La destrucción de la economía, el rompimiento de las redes sociales de contención y la demostrada inutilidad para solucionar el mínimo de los problemas encuadra al gobierno nacional dentro de este nuevo paradigma. Ya lo inútil no es útil a la hora de mostrar resultados. Es totalmente inútil.