En los últimos 10 años la meta de inflación en el presupuesto se incumple con una diferencia promedio del 18,9%. Ya superada la meta de inflación para este año, el Poder Ejecutivo prevé un irrisorio 33% para el 2022.
La estimación de la Fundación Libertad y Progreso para lo que queda del año, se ubica en torno al 50%. En un escenario optimista, en el 2022 la inflación se ubicaría en torno al 60%, mientras que en un escenario pesimista, más cerca del 80%. Los especialistas señalan la inconsistencia de los presupuestos enviados al Congreso, ya que en los últimos 10 años han sido muy erráticos en cuanto a la estimación de la inflación.
Las razones de la aceleración de la inflación para el año que viene son varias. Primero, el déficit fiscal primario estimado en el presupuesto es del 3,3%. Los especialistas señalan que se podría financiar mediante la intervención del BCRA. Además, indican que las fuentes de financiamiento vía organismos internacionales y endeudamiento en el mercado interno que se explicitan en la Ley son “demasiado optimistas”. De esta manera, se espera que la asistencia del BCRA sea mayor a la Presupuestada agregándole “más nafta al fuego a la inflación”.
Los analistas alertan que la reducción de los subsidios energéticos al 1,5% del PBI implicará una suba de tarifas y que tendrá un impacto directo en el índice de precios. A este contexto se le suma la crisis energética a nivel global que impulsó el precio del gas a niveles muy altos; la reducción del déficit fiscal por reducción de subsidios se pone en jaque. El alto costo del gas se traducirá en mayores subsidios a pesar de que suban las tarifas. Y alertan que “Si no hay una fuente alternativa de reducción del déficit fiscal, la emisión monetaria será mayor, empujando los precios al alza”.
Puntualmente Diego Piccardo, economista en la Fundación Libertad y Progreso, señala que el tipo de cambio es otra variable que va a requerir un ajuste el año que viene: “La estrategia electoral de pisar el tipo de cambio como ancla inflacionaria tiene un límite. La apreciación cambiaria no puede ser eterna y tanto el ministro de economía como el Presidente del BCRA lo saben. La cuestión es si el ajuste va a ser discreto (una devaluación en un porcentaje alto del tipo de cambio) o gradual (aceleración de la devaluación del tipo de cambio diario por encima de la inflación)”.
El economista espera que un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional le dé algo de respaldo a los ajustes de precios relativos que necesita la economía, lo que evitaría que la inflación “se desmadre”.
Finalmente, arrojó una advertencia y adelantó el resultado de las nuevas medidas de la Secretaría de Comercio Interior: “los argentinos vamos a seguir sufriendo una inflación muy alta. Primero, para pagar los desajustes generados por el “Plan Aguantar” del gobierno, y segundo porque las medidas que adopta el gobierno para enfrentar la inflación van por el camino equivocado. No hace más que ver las medidas que adopta el nuevo Secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, al querer controlar más de 1600 precios. Pruebas de que ese tipo de controles han fallado hay muchas”.
Natalia Motyl, economista de la Fundación Libertad y Progreso, señala: “Somos uno de los tres países del mundo con la inflación más alta porque seguimos debatiendo cuestiones de sentido común. Para bajar la inflación el gobierno debe reducir el déficit fiscal. De otra forma, los argentinos seguirán empobreciéndose”.
Para verdaderamente bajar la inflación, es necesario implementar reformas estructurales en lugar de medidas puntuales y oportunistas. Es el exceso de pesos -que se suma a una demanda de dinero en retroceso- lo que provoca el descontrol de precios. Para evitar que el BCRA emita dinero para financiar al Tesoro, es menester reducir el gasto público y, consecuentemente, el déficit fiscal.