Una propuesta innovadora que podría transformar la economía regional del sur de Corrientes. Dos jóvenes ingenieros industriales, Verónica Herrera y Julián Bonilla Alayón, egresados de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), presentaron un ambicioso proyecto para instalar una planta de frutas congeladas en Goya. El estudio contempla no solo la viabilidad técnica y financiera, sino también un fuerte impacto ambiental y social positivo.
La planta estaría destinada a procesar frutillas, maracuyá y arándanos mediante tecnología de ultracongelación (IQF), un método que permite conservar intactas las propiedades nutricionales y sensoriales de las frutas. Según el informe, Goya es el lugar ideal para este emprendimiento por su cercanía a la producción frutihortícola, su infraestructura y la disponibilidad de mano de obra calificada.
¿Por qué frutas congeladas? Una respuesta a los tiempos que corren
La propuesta apunta directamente al segmento empresarial: fabricantes de yogures, heladerías, restaurantes y empresas alimenticias que requieren insumos de calidad todo el año. En ese mercado, existe una demanda insatisfecha que hoy obliga a muchas firmas argentinas a importar fruta congelada a precios elevados. “Apuntamos a producir localmente con calidad y eficiencia para sustituir importaciones y fortalecer el circuito interno”, sostuvieron los autores.
Argentina es el país sudamericano con mayor crecimiento en consumo de alimentos congelados, en línea con tendencias globales que priorizan practicidad y conservación. A eso se suma un dato clave: el país desperdicia 16 millones de toneladas de alimentos al año, muchas veces por no contar con infraestructura de frío. Solo en el rubro frutícola se perdieron más de 500 mil toneladas en 2022, según la FAO.

Impacto económico: empleo, inversión y desarrollo
En términos financieros, el proyecto no se queda atrás: el estudio estima una Tasa Interna de Retorno del 64% (muy por encima del 35% de referencia) y un Valor Actual Neto superior a $266 millones, con una recuperación de inversión en poco más de un año. “Incluso en escenarios adversos, la rentabilidad se mantiene”, aseguraron los ingenieros.
Además de las ganancias, el impacto regional sería contundente: empleo genuino, capacitación técnica, valor agregado a la producción local y un nuevo polo agroindustrial con potencial de expandirse a toda la región NEA y el centro del país.
Una visión que trasciende lo económico
La propuesta también incluye un plan de gestión ambiental para garantizar prácticas sostenibles y reducir significativamente el desperdicio alimentario. Al conservar frutas que hoy se pierden por problemas logísticos o estacionales, la planta sería una herramienta clave en la lucha contra el derroche de recursos.
El proyecto fue dirigido académicamente por la ingeniera agrónoma Graciela Cedro y el ingeniero Gustavo Javier Barrios Ruiz, bajo la coordinación del docente Alejandro Depiaggio. Todos destacaron el nivel técnico y la mirada estratégica de los nuevos profesionales.
Con esta propuesta, Goya se posiciona como una potencial referencia nacional en frutas congeladas de calidad. Herrera y Bonilla Alayón dejan claro que la ingeniería también puede ser una aliada del desarrollo regional, la sostenibilidad y la innovación productiva.
“Nuestro proyecto busca mucho más que rentabilidad: queremos generar impacto real en la comunidad y en el sistema productivo del país”, afirmaron.