Una estudiante de Veterinaria analiza cómo las condiciones de cautiverio afectan la salud de las “morenas”, peces muy utilizados en la pesca deportiva. El trabajo analiza los cambios celulares que experimenta esta especie en estado de hacinamiento, similar al que se encuentran previo a ser comercializadas.
Una investigación llevada adelante en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UNNE busca conocer si el cautiverio produce cambios significativos en la salud de los peces Gymnotus carapo, conocidos popularmente como “morenas” y utilizados frecuentemente como carnada en la pesca deportiva.
El trabajo es desarrollado por la estudiante Sabrina Méndez Galarza, está bajo la dirección de la doctora Carolina Isabela Flores Quintana, docente-investigadora en la Cátedra Histología y Embriología; y como sub directora a la doctora Gabriela Olea.
La becaria partirá de la hipótesis de que el estrés generado por el ambiente en cautiverio produce cambios notables en ciertas células del organismo de estos peces.
El objetivo principal del estudio- realizado a partir de una Beca de la Secretaría General de Ciencia y Técnica de la UNNE- es analizar dos tipos específicos de células en el hígado y riñón de estos peces: las llamadas células Rodlet y los centros melanomacrofagos. Estos elementos celulares funcionan como “indicadores biológicos” o “biomarcadores” que pueden revelar el estado de salud del animal y cómo responde a situaciones de estrés ambiental.
Para llevar adelante la investigación, se capturarán 60 ejemplares de Gymnotus carapo en la localidad de Caá Catí, provincia de Corrientes. Los peces serán divididos en dos grupos para realizar un experimento controlado que permita comparar diferentes condiciones de cautiverio.
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El primer grupo será sometido a las condiciones típicas que utilizan los vendedores de carnada: los peces serán mantenidos en baldes o contenedores pequeños, con poca agua que no se renueva, en condiciones de hacinamiento, con escasa higiene y alimentación limitada. En contraste, el segundo grupo recibirá un tratamiento que prioriza su bienestar: vivirán en contenedores limpios y espaciosos, con 25 litros de agua por pez, temperatura controlada de 24°C y una alimentación variada que incluye crustáceos, larvas de insectos, lombrices, caracoles y plantas acuáticas.
La importancia de este estudio radica en que los peces son excelentes indicadores de la contaminación y el estrés ambiental. Estos animales están en constante contacto con su entorno acuático y asimilan diferentes sustancias presentes en el agua, lo que afecta a sus tejidos y órganos. El hígado y los riñones son particularmente importantes en este sentido, ya que son los órganos encargados de procesar y eliminar sustancias potencialmente tóxicas del organismo.
Los centros melanomacrofagos, uno de los elementos bajo estudio, son grupos de células especializadas que se encuentran en el hígado y riñón de los peces. Estas células tienen la capacidad de almacenar, destruir y desintoxicar diferentes sustancias, tanto externas como producidas por el propio organismo. Investigaciones previas han demostrado que el número y tamaño de estos centros aumenta en proporción directa con el nivel de contaminación o estrés al que está expuesto el pez.
Por su parte, las células Rodlet juegan un papel importante en el sistema inmunológico de los peces, ayudándoles a defenderse contra infecciones y participando en procesos inflamatorios. También están involucradas en funciones vitales como el control del balance de agua y sales en el organismo.
Después de dos semanas de experimento, la becaria examinará los tejidos de los peces de ambos grupos para determinar si existen diferencias significativas en estas células. Esto será posible a partir de dos tipos de análisis: histológico e inmunohistoquímico.
Los resultados de este estudio podrían tener importantes implicaciones para el manejo y conservación de estos peces, así como para establecer pautas más adecuadas para su mantenimiento en cautiverio.