Antes de que la Argentina fuera una república, la guerra civil entre Unitarios y Federales azotó toda la geografía nacional, pero como casi siempre ocurre en este país, quienes eran o se decían Unitarios, querían un país que no solo beneficiaría a Buenos Aires y su puerto. La inversa era Juan Manuel de Rosas, Federal para consolidar su liderazgo, pero solo preocupado por el dominio de Buenos Aires sobre el resto de las provincias,
Afirmaba Sarmiento que “si bien Argentina debe ser unitaria por determinación geográfica, este unitarismo tendrá lugar bajo el imperio de la ley, y no del terror, y no servirá para beneficiar pura y exclusivamente a Buenos Aires, sino para que sus privilegios se repartan entre las provincias”.
Sin embargo, Juan Manuel de Rosas fue Unitario por fundada convicción y se hacía nombrar federal como estrategia para consolidar su liderazgo. Era autoritario y reaccionario y la postergación de la Organización Nacional respondía a evitar la estructuración de una República liberal y federal.
Hoy, estamos ante una disyuntiva similar, el gobernador de Buenos Aires, el kirchnerista Axel Kicillof, amenazó con cerrar los puertos bonaerenses en un intento similar al Rosismo sanguinario, de terror y mazmorras.
La mayoría de los gobernadores, alineados con el gobierno nacional, algunos por convicción, otros por necesidad u oportunismo, buscan un federalismo verdadero, aquel expresado en la Constitución y que fue la forja donde se sentaron los cimientos de la República Argentina y su división en provincias, que originalmente, fueron simplemente la cristalización de los territorios de los caudillos.
Hoy, provincias como Corrientes, sublevadas en su momento contra el centralismo porteño, vuelven a dar muestras de independencia, pagando muy caro su posición política. Entre Ríos y Misiones, pretendieron unirse al vandalismo artiguista que quería conformar otro país, con otras reglas y otras leyes, pero muy similares a las de Rosas, aún cuando se hacían llamar “Pueblos Libres”.
Hoy, estamos muy cerca, pero sin conflictos armados, de aquella situación. Hoy la disputa pasa por la Coparticipación y ciertas atribuciones que le cedieron las provincias a la Nación. Hay que recordar que la mayoría de los representantes provinciales que redactaron la Constitución, vivían en Buenos Aires y ya en ese entonces defendieron sus privilegios de casta.
1853 fue un punto de inflexión nacional. 2024, debe ser el punto de inflexión del siglo 21 y ser también, el momento político, económico, social y de desarrollo, que termine con 70 años de peronismo, que brevó muchas de las ideas totalitarias de Juan Manuel de Rosas.
(*) Miguel Matusevich – Periodista