Ante un escenario de balotaje en la República Argentina para el elegir el presidente que conducirá los destinos del país por los próximos cuatro años, los ciudadanos nos encontramos ante una posiblemente, falsa disyuntiva. Todo es, más de lo mismo ocurrido durante los últimos 20 años, o probar un cambio que, sin demasiadas certezas, entusiasma trasversalmente a toda la sociedad; no solo a los jóvenes, como se pretende plantear desde el oficialismo nacional y ciertos tibios que posiblemente ya acordaron con el kirchnerismo.
Sin embargo, esa primera opción, la del más de lo mismo, ya mostró su cara de continuismo. La petrolera estatal no respetó el acuerdo de precios y aumentó un cinco por ciento el precio de los combustibles. La misma que hace unos días, aprovechando la campaña electoral, hablaba de “soberanía energética” o de “nueva matriz energética”, ahora desabastece de combustible a los argentinos y tiene que importar barcos petroleros a un dólar que no tiene y “ofrece” a las petroleras, importarlo con sus dólares y a pérdida.
Ese mismo “pastorcito mentiroso”, “ventajita” para Mauricio Macri, se pavonea como presidente cuando en realidad, aún no ganó nada, cuando solo logró por ahora, hacer desaparecer de la escena política a Alberto Fernández y Cristina Fernández, pero que se encarga de decir, muy suelto de cuerpo, que este gobierno no es suyo, como si no tuviera responsabilidad como ministro de Economía en estos últimos más de doce meses.
Otro cuento del Pastorcito mentiroso, aquel que a cada rato gritaba que llegaba el lobo y era mentira. Como en la historia, un día el pueblo dejó de creerle. ¿No será este el momento de dejar de hacerlo y ver si verdaderamente el lobo no es más que alguien que verdaderamente quiere venir a dejar sin privilegios a un grupo de políticos a los que no les cierra el blanco y que se esconden en sus mansiones, para no enfrentar, no solo el escarnio social, sino la lenta pero insistente justicia que por más lenta que sea, casi siempre llega?.
Está visto que el “roba, pero hace” de los ´90, cada vez cala menos hondo en la moral nacional y lentamente se va desintegrando. Aquel 54% de Cristina en 2011 y el hoy el 36% de Massa, dan muestra de que algo de agua queda entre las manos y no todo se escurre.
Hoy más allá de todos los análisis políticos, interesados o no, de uno y otro lado, deja una encrucijada temporalmente simple. “Corrupción y continuismo, o libertad”. Es necesario aclarar que la libertad debe entenderse como aquella que, dentro de la institucionalidad y la Constitución, permite al ciudadano, ejercer su derecho a decidir, tal vez ya no pensar en su futuro, pero si en el de sus hijos y sus nietos.
Muchos de nosotros, ya no veremos una Argentina próspera, verdaderamente libre y pujante; pero estamos ante un punto de inflexión determinante y tal vez sea la única oportunidad de parar el reloj de la decadencia y mirar al final del túnel.
Al pastorcito mentiroso ya lo conocemos y sabemos cómo terminó. A la familia del pastorcito, también la conocemos. El cuento fue escrito y reescrito muchas veces y ante la falsa dicotomía de preferir malo conocido que bueno por conocer, la transformo en “malo por conocer que malo conocido. A este punto hemos llegado en nuestra querida Argentina. “Cuando la Patria está en peligro todo está permitido, excepto no defenderla”.
Editorial