Seguinos

Opinión

Estado presente (si es de la mala)

Publicado

el

“El que compró droga en las últimas 24 horas, descártela porque es de la mala”.

Tuit de Aníbal Fernández, ministro de Seguridad de la Nación.

Una es rápida y contundente, la otra lenta y persistente, pero ambas matan, la mala y la buena.

 Con la muerte de 24 personas y la hospitalización de más de 80 en la Provincia de Buenos Aires por consumo de cocaína adulterada, parecía que explotó una bomba, no solo por su impacto periodístico sino fundamentalmente por el movimiento gubernamental en torno a ello.

En estos pocos más de dos años de gestión del actual presidente, es la primera vez que se observa, ostensible, la presencia del estado en el tema de drogas ilegales. De viaje a Rusia y China, tanto Alberto Fernández como Kicillof siguieron el tema con preocupación.

Con el desgraciado incidente, vuelve a tomar dimensión la   temática de las drogas ilegales, que durante largos veintiséis meses parecieron adormilados o, directamente, olvidados.

La gravedad del hecho de la muerte u hospitalización de personas dispara nuevamente la discusión acerca de la intervención del estado tanto en lo referente al narcotráfico como al narcomenudeo y al consumo.

El debate nunca concluso sobre la eficacia de la prohibición de las drogas peligrosas y la alternativa de permitir el consumo regulado de las mismas como política de Estado, no tiene un final consensuado y contundente.

Estados Unidos es el país que más recursos destina a la lucha contra el narcotráfico, sin embargo es a la vez la sociedad con mayores niveles de consumo, es el imán para los mercaderes de la muerte.

Y donde hay narcotráfico hay corrupción pública, las estratosféricas sumas que se manejan, promueven la penetración narco en las estructuras del Estado, tanto políticas como policiales y judiciales. Sergio Berni expresó que “el narcotráfico es un delito federal. Cuando se autorizó a las provincias a intervenir en el narcomenudeo, se abrió la puerta para la corrupción en la policía y la justicia provincial”.

Si bien es un tema que impone la adopción de políticas de Estado que atraviesen horizontalmente los partidos, sin embargo pueden verse en el gobierno actual los sesgos ideológicos que impiden una continuidad en la metodología de lucha.

Está claro que en nuestro país es ilegal la comercialización de las drogas peligrosas (cocaína, marihuana, etc.), por lo que la obligación institucional es combatirla en todos los frentes. Sin embargo, del dicho al hecho hay mucho trecho.

Cristina, con su dedito levantado cual maestra ciruela, enseñó días pasados en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras que “el neoliberalismo pugna por el achique del Estado… pero ¿qué pasa, y qué pasó, y qué está pasando en la región cuando se instalan estas doctrinas neoliberales? Aparece el narco”. Cuando no, el maldito neoliberalismo.

Pero, como todo buen populista, echa culpas a terceros pero no explica nada. Un estado presente no es un Estado gordo, sobredimensionado, elefantiásico, un Estado presente es un estado eficiente, con musculatura, que gasta donde debe gastar. No se trata solo del “cuánto” sino del “cómo”.

 Pruebas al canto: Cristina gobernó durante ochos años (2007-2015) seguidos a la Argentina, luego de un primer mandato de su marido. Pareciera que no les alcanzó el tiempo para desplazar al “neoliberalismo”. La docencia que hoy ejerce nada tiene que ver con Teófanes Ciruela Notengo.

En 2014, luego de once años de gestión kirchnerista, la Sedronar y la Superintendencia de Drogas Peligrosas contaron con un presupuesto de $260,4 millones, contra un gasto en ese mismo año en el Fútbol para Todos cinco veces superior, de 1.410 millones. Como se ve, gastar dinero en el combate a las drogas es “neoliberal” y hacerlo en el fútbol es “progresista”.

Esta política de disminuir la presencia estatal en la lucha contra el narcotráfico continuó con el gobierno de Alberto Fernández. Se devaluaron áreas clave, como la eliminación, durante la gestión Frederic, de la Subsecretaría contra Narcotráfico y su reemplazo por una simple dirección, la prohibición de realizar inteligencia en las cárceles para desenredar la madeja de las mafias, la subsistencia de puestos judiciales vacantes que dificultan la tarea.

“En tres años probablemente sea el peor problema de nuestro país” expresó Horacio Rosatti, presidente de la Csjn, en diciembre de 2021, en una reunión de especialistas, lo que da la pauta de la importancia de la temática.

Pero el Gobierno pareciera que despertó de su narcolepsia recién la semana pasada, en que salieron a la calle a perseguir al “dealer” que vendió la cocaína adulterada que generó muertos y hospitalizados. Es decir, preocupó la adulteración, no la comercialización.

 Qué otra conclusión cabe si no cuando el mensaje oficial no está en advertir los peligros de la adicción a las drogas, sino en promover el consumo “responsable”. Hizo mucho ruido la publicidad del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, que textualmente expresa: “Anticipate para disfrutar como te gusta. Prácticas saludables: 1) Analizá cuál va a ser tu límite. 2) Mantené un vínculo, no te aísles. 3) Conocé el origen de lo que consumís. #ConsumoCuidado”. Como #PreciosCuidados, ¿vio?

El mensaje estatal hubiera sido más corto y contundente, así se ahorraban unos buenos pesos en el aviso: “Consumí, pero de la buena”. La realidad es que tanto la buena como la mala, matan. Obviamente, si se consume veneno, la mortalidad será inmediata y extendida, pero la adicción a las drogas peligrosas mata también, a la larga o a la corta, además de todas las consecuencias personales, familiares y sociales que su utilización acarrea, especialmente en los barrios marginales.

Según el último estudio nacional disponible sobre consumo de sustancias psicoactivas realizado por la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Argentina en 2017, en el período 2010/2017, el consumo se incrementó un 100 %.

Obviamente, la letalidad sube geométricamente cuando la mezcla se produce con drogas de diseño, como el fentanilo (al parecer fue utilizado en el caso de la Provincia de Buenos Aires), un fuerte opioide sintético similar a la morfina pero entre 50 y 100 veces más potente.

Aníbal Fernández es un funcionario que generalmente huele mal. Durante su anterior gestión, la importación de efedrina (un precursor químico, también utilizado para la producción de drogas ilegales) se disparó geométricamente. Lo propio sucedió en este último tiempo con el fentanilo. ¿Casualidad o causalidad?

De cualquier modo, siendo el narcotráfico un problema mundial muy difícil de enfrentar, todo es más grave ante la incompetencia, la complicidad y la falta de continuidad en las políticas públicas.

Sesgar la discusión para el lado de las ideologías, es desviar el debate hacia direcciones impropias. Lo hace Cristina en sus periplos pseudo académicos, trayendo solo confusión y mensajes inoficiosos.

Sin dudas que el gobierno de Fernández, como hijo putativo del kirchnerismo, continúa con la política del “laissez faire, laissez passer”, relajando la presencia del Estado en el combate contra el narcotráfico.

Eso sí, cuando es de la mala, el Estado aparece con toda su contundencia, como cuidándole el prestigio al narco. No vaya a ser que el negocio decaiga por la mala mercadería.

(*) Por Jorge Eduardo Simonetti – jorgesimonetti.com

Seguir leyendo
Publicidad
Clic para comentar

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Opinión

Remedar la indignación de otros, un ardid anacrónico (*)

Publicado

el

El estado de crispación que se observa a través de los noticieros porteños no forma parte de la realidad correntina, eso está claro. Pero a esta altura del año electoral no podía faltar quien intentase mezclar los escenarios para dar la sensación de que en la esquina de Salta y Mayo, así como en otros puntos neurálgicos del centro cívico capitalino, se respira la misma bronca.

Era de cajón. Una jugada consabida de los sectores menos creativos y más predecibles, habituados a una comarca política que ya no existe como ghetto coercitivo de la autonomía de la voluntad.

Antes la monserga de algún capataz podía convencer a un grupo de necesitados hasta legitimar una movilización sobre las bases de reclamos genuinos. Pero hoy nadie come vidrio; los llevados para engordar el batifondo aceptan la dádiva (en este caso planes sociales nacionales), se suben al colectivo y baten el parche en la esquina que les indiquen, pero votan en virtud de valoraciones propias.

El ciudadano tipo de este mundo bombardeado con datos, estadísticas y memes de toda laya, forma opinión no porque la radio tal o el diario cual mantengan determinado sesgo editorial. Tampoco penetran la psiquis del votante las exclamaciones lanzadas por altoparlantes en las bocacalles, adornadas por carteles contestatarios pintados con el mismo color y escritos con la misma letra, repartidos a los supernumerarios minutos antes del alboroto.

La sociedad actual toma decisiones sobre una base de escepticismo que la devuelve al origen, a los antiguos microcírculos de confianza, donde las miradas del vecino, del taxista o del almacenero valen más que cualquier alambicada estratagema. En ese axioma, los pareceres individuales inocuizan estas operaciones cuyos golpes de efecto se observan en el centro correntino desde hace algún tiempo.

Pasa con las marchas prefabricadas en derredor de la plaza 25 de Mayo. Una vez apagados los megáfonos, los “piqueteros” dejan atrás el personaje y vuelven a una rutina que los ubica en la militancia político-partidaria de distintas facciones del kirchnerismo. Son los mismos. Por la mañana se los puede ver frente al Ministerio de Educación o la sede gubernamental, y por la tarde están en rondas de mate, amancebados por algún precandidato, colocando pasacalles o pintando muros.

Comparten el mismo discurso del gremio Suteco, de neto corte opositor. Dicen que el incremento salarial otorgado por el Gobierno provincial resulta insuficiente y que el salario de un trabajador del sector es “miserable”. Al mismo tiempo, cuestionan la entrega de computadoras a los alumnos (machacan con que no es una prioridad) y justifican su entente con el arco sindical más recalcitrante al autodefinirse solidarios con la defensa de la educación correntina.

¿Necesita la educación correntina ser defendida por los activistas K? No por ellos, pero sí de ellos. Y veamos por qué: el sindicato docente al que dicen apoyar, encolumnado abiertamente con un aliado estratégico del peronismo como es Roberto Baradel (CTERA), aceptó en Buenos Aires cifras sensiblemente inferiores a las que propuso en Corrientes el Ministerio de Hacienda. Mientras allá arreglaron un modestísimo 33.5 por ciento hasta julio, acá se declararon ofendidos por un cronograma escalonado que supera los estándares inflacionarios hasta totalizar un 102 por ciento de incremento global.

Para maquillar esta incoherencia, Suteco proporciona información maniquea: en sus comunicados y posteos se limita a mencionar el sueldo inicial de 130.000 pesos. Pero omite deliberadamente que un maestro con 10 años de carrera puede superar con holgura los 200.000 pesos mensuales, y que si tiene doble cargo ese mismo docente perfora la barrera de los 400.000 pesos de salario. ¿Es miserable la cifra? De hecho que no, pero poco les importa porque el sentido de la protesta es otro.

La consigna es crear, por vía de la simulación, un clima de enardecimiento cívico. Para eso, los instigadores de esta seguidilla de episodios barullentos se valen de manifestantes esponsoreados y diseñan quirúrgicamente sus apariciones públicas, incluida una sorpresiva aglomeración de quejosos frente a la casa del gobernador.

Se hacen notar, pero tienen un problema: sus montajes pretenden anabolizar el descontento público mediante portaestandartes deslegitimados por su tronco político, pues pertenecen a la alianza imputada por hundir el país en la peor crisis de los últimos 20 años.

Si hay un responsable directo de la angustia que sufren miles de familias como consecuencia de la suba constante de precios, está en Balcarce 50, mirando por el balcón hacia la Plaza de Mayo cómo se desmoronan la economía, la producción y el trabajo de una Argentina fácticamente acéfala, sumida en la interna palaciega del kirchnerismo al que reportan los imitadores vernáculos de Juan Grabois.

La aldea analógica en la que ciertos fomentadores del artificio reinaban hace algunos años ya no es tal. La paz social que caracteriza a Corrientes es omniabarcante y encapsula a las batucadas de Barrios de Pie. Las reduce a una burbuja de frikis mientras los parroquianos esquivan el bochinche sin reparar en las consignas, inmunes a las triquiñuelas, ocupados en sus cosas.

¿Por qué pasan de largo las gentes? Mantienen distancia de las reivindicaciones recitadas según libreto. Sencillamente, no creen en las demostraciones oportunistas y las perciben como tales ni bien se producen, ya que son marchas elucubradas sobre clichés. Recetas de la banalidad política que los mentores del desorden aplican desde el anacronismo, como si todavía tuvieran la sartén por el mango.

Todo el aparato mediático, así como las artimañas de la politiquería camaleónica de los que hasta la década pasada ventajeaban con el truco del tero, experimentaron un progresivo declive en cuanto a su poder de cooptación. Inciden, pero no definen.

Hoy contrapesan los instrumentos de comunicación personalizados, donde cada uno es cronista de su propia perspectiva. En las redes sociales se desarrollan auténticos foros de discusión entre personas de una misma comunidad, fruto de un cambio epocal en el que la digitalización horizontaliza hasta al más vertical de los lacayos. ¿Por qué? Simple: para enterarse de la verdad real el internauta no se queda con el contenido difundido por el autor del post, sino que “scrollea” para indagar las opiniones de los particulares, que muchas veces agregan detalles esclarecedores.

El ardid que pretende remedar en el pago chico la sedición de los indignados porteños choca contra una realidad que el correntino de a pie asume como un valor a cuidar, que no es otra cosa que la certidumbre garantizada por una de las pocas provincias que mantiene a rajatablas la regularidad salarial y genera lazos de interacción a través de la cercanía que proporciona el lenguaje multiplataforma, olímpicamente desaprovechado hasta que Gustavo Valdés asumió la jefatura del Ejecutivo.

Puede que las marchas prefabricadas continúen, atizadas por interesados en limar la imagen positiva de la actual administración. Pero no son un recurso inteligente en los tiempos que corren. Por un lado, son fáciles de desenmascarar, y por el otro, carecen de argumentos frente a una gestión que exhibe compromiso con los sectores vulnerables, se esfuerza por proteger la capacidad de consumo de los estatales (con el efecto multiplicador que eso tiene) y acompaña a los sectores productivos a través de medidas inéditas como la decisión política de no cobrar impuestos rurales mientras dure la emergencia ígnea. Apostillemos aquí: el Gobierno recauda menos, pero da más.

La armadura popular que blinda a Valdés (esa que lo ungió con el 80 por ciento de los votos) está en condiciones de resistir el embate y se perfila hacia planos de consolidación superior, lista para reanudar relaciones de confraternidad con la Nación, cosa que ocurrirá ni bien Alberto Fernández sea reemplazado por un sucesor perteneciente a Juntos por el Cambio.

Esa proyección positiva que abona el almácigo valdecista provoca erisipela en otros lotes de la hacienda provinciana, donde la obsesión por recuperar espacios desemboca en desatinos como el maridaje con las “orgas” de un kirchnerismo en estado de diáspora. Manotazos de ahogado en la última ratio de los que, sin más alternativas, se confabulan con la nostalgia de haber sido y el dolor de ya no ser.

(*) Por Emilio Zola – Corrientes

Seguir leyendo

Economía

¿Será el 2023 el año de los cambios para la industria nacional? (*)

Publicado

el

La clase política –obligadamente por una cuestión de subsistencia–, deberá este año migrar a soluciones disruptivas que salgan del modelo extraccioncita de recursos del sector privado, para financiar el creciente gasto público, hacia un modelo diferente que aplique herramientas de estimulo de inversiones, que no sean meramente las del subsidio. Por ejemplo, la aplicación de escalas de desgravaciones a la mayor producción.

Existe consenso mayoritario en este sentido, ya que hemos fracasado reiteradas veces, pero ello no implica que todo fue en vano, ya que existe la correlación entre el fracaso en el pasado y el éxito en el futuro: “Lo que no me mata me hace más fuerte”, según el filósofo alemán Friedrich Nietzsche.

Si bien hay consenso político para lograr un acuerdo destinado a hacer fuerte a las interacciones entre lo público, lo académico y lo privado, la construcción de confianza es un proceso lento y progresivo.

Y, aunque hay muchos casos de éxito que son el reflejo de un cambio de orden que se está gestando, eso no implica minimizar las concretas amenazas que nos persiguen a los industriales: falta de talento, sequia, inflación, tarifas, importaciones, pobreza, deuda, energía,  entre otras.

Todo proceso industrial destinado a abastecer la demanda de consumo y bienestar se encuentra muy afectado negativamente, pero con una demanda sostenida de la producción destinada para el agro, la energía y el mercado externo. Y, aunque el sector industrial tiene diferentes realidades, todas están teñidas de negro por la falta de insumos importados.

Sin embargo, estoy convencido que este 2023 será el año de la gestación del cambio industrial, donde se comenzará a orientar a todo el sector para el abastecimiento de las cadenas de valor estratégicas; agro, alimentos y energía, en complementación a la castigada industria de consumo, que lidera a la hora de medir el empleo.

Si comparamos noviembre 2022 con octubre del mismo año, la industria automotriz produjo 52.415 unidades en 19 días laborables, lo que implica un alza de 1.8 por ciento. Pero, en lo que va del año, se produjeron 499.774 vehículos, es decir que se trata de un 26.6 % más que en 2021, siendo la cifra de exportaciones de aproximadamente 300mil unidades –entre enero y noviembre–, lo que implica un 25 % más que ese mismo año, según la Asociación de Fabricantes de Automotores argentinos.

En el 2023 tenemos, entonces, la oportunidad de fijar las condiciones para un despegue cuali cuantitativo de nuestra industria nacional en función de sus distintas realidades y competencias, para construir confianza a partir del cambio de orden. Es el desafío al que vamos a estar expuestos y, a partir de ello, las inversiones de nuestros ciudadanos y PyMEs nos sorprenderán gratamente.

(*) Por – Presidente del departamento de Infraestructura y Parques Industriales de UIPBA, integrante de la Unión Industrial de Quilmes y director ejecutivo de Parque Industrial La Bernalesa y Valot SA. Contacto: @leonardowagner.lw

Seguir leyendo

Opinión

Solo (*)

Publicado

el

No cabe ninguna duda que la soledad irremediable, es un mal que afecta la personalidad, estruja los sentimientos y destruye los afectos; pero, bien entendida, permite reencontrarse con uno mismo, con su pasado y con su permanente presente.

Sin embargo, sentirse solo y no aprovechar las oportunidades que eso significa, termina destruyendo a quien se ve afectado por esa sensación negativa y a veces, irreversible.

Y es lo que le ocurre a él. Se siente solo, se siente olvidado e incluso, trata de mostrar que no le afecta esa situación, pero interiormente sufre, se siente denigrado e incluso, sintiendo que no tiene nada para perder, puede llevar a cometer acciones premeditadas que le permitan volver a una soledad acompañada.

Pero es un dolor que avanza, que todos los días, lo hace sentir peor anímicamente y se introduce en situaciones que terminan posiblemente, transformando su andar por la vida en un camino sin salida.

Así, la soledad irreconciliable es tan peligrosa para quien lo siente, como para quienes lo rodean. Empieza a ser impredecible y arrastra a quienes lo rodean, a tomar caminos desacertados e inexplicables.

Él está sintiendo esa soledad que ya le carcome el alma, le destroza el ánimo y lo vuelve un peligro para él y para todos quienes de alguna manera, también son responsables de esa situación.

Y cuando siente que ya no tiene nada para perder, comienza un trazado de vida donde comienza a justificar lo injustificable y la mentira, la falta de cordura y la necesidad de recuperar protagonismo, transforman al solitario en una bomba de tiempo.

Así se siente un zapato sin par. Ser un solo zapato lo hace inútil, inservible, despreciado. Y no importa si es derecho o izquierdo.

O ustedes de quien pensaba que hablaba. Cualquier parecido con personajes de la realidad es mera coincidencia.

(*) Miguel Matusevich – periodista

Seguir leyendo

Acompañanos

Corrientes al Día es periodismo local serio y responsable, y queremos que siga siendo gratuito. Invitándonos un Cafecito nos ayudás un montón, porque entendemos que todo suma y que, juntos, las crisis son más fáciles de superar.

Invitanos un café en cafecito.app
Publicidad
Publicidad

Más vistos