La desembocadura del magma en el océano es un fenómeno que preocupa a las autoridades porque su reacción con el agua salada provoca nubes tóxicas. Por ese motivo, el dispositivo de Protección Civil se intensificará en ese momento, porque “puede generar explosiones y emisión de gases nocivos”, según el comité de crisis (Pevolca). Capitanía Marítima amplió en la noche de este lunes el perímetro de exclusión en el mar, paralelo a la costa, de dos millas náuticas, que va desde Puerto Naos por el sur hasta la playa de Las Viñas (Tazacorte) por el norte. Por tierra, las fuerzas de seguridad impedirán el acceso a la zona.
Los científicos pensaban que la lava alcanzaría la costa sobre las ocho de la tarde de este lunes (hora local canaria). Sin embargo, la ralentización del avance de los ríos de magma impidió que se cumpliera esta previsión. Miguel Ángel Morcuende, director técnico del Pevolca (Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias), explicaba por la noche: “Hemos tenido menos actividad en el volcán, menos volumen de masa magmática. Se ralentiza la actividad del volcán. La lava está sobre el barrio de Todoque. Aún queda la mitad del camino recorrido para llegar al mar. No va a llegar esta noche”. Aún se desconoce cuándo alcanzará el océano y si lo hará por encima o por debajo de la montaña de Todoque, con una marcha más lenta y después de abrirse una nueva boca eruptiva en Tacande, a 900 metros de la principal. Un escenario que ya preveían los científicos del Pevolca.
Cuando la lengua de lava, en torno a los mil grados de temperatura, alcance el mar, a poco más de 20 grados, se producirá una explosión de vapor de agua que generará una densa nube blanca. La lava, con su calor extremo, provoca ese penacho, pero también una reacción química, en la que interviene principalmente el cloro, que puede irritar la piel, los ojos y las vías respiratorias. En total, hay cuatro peligros principales asociados a la lava que fluye hacia el océano, según el Servicio Geológico de Estados Unidos: el colapso repentino de los terrenos y acantilados del litoral, las explosiones desencadenadas por este colapso, las olas de agua hirviendo que se generen en el entorno y, por último, la columna de vapor tóxico con ácido clorhídrico y pequeñas partículas de cristales volcánicos. El presidente de Canarias, Ángel Víctor Torres, ha insistido varias veces en que la única víctima mortal de la erupción del Teneguía en 1971 se produjo precisamente por la inhalación de esos gases tóxicos.
Pero no todo es destrucción cuando el mar interactúa con un volcán, como pudo observarse en la reciente erupción submarina en El Hierro, en 2011. El buque de investigación oceanográfica Ramón Margalef tiene previsto llegar a La Palma el sábado por la tarde para estudiar en detalle la entrada de la lava en el mar, informa Nuño Domínguez. El buque también recogerá rocas y corales de la zona. Estos organismos absorben azufre y otros gases escupidos por el volcán, por lo que el Margalef espera también estudiar el impacto que va a tener en la fauna la entrada masiva de lava, explica Eugenio Fraile, investigador del Instituto Español de Oceanografía. “Los más afectados serán los organismos que viven prendidos al fondo marino y que no pueden moverse, que probablemente mueran. Pero la recuperación puede ser rápida. Tres años después de la erupción del volcán submarino de El Hierro estos organismos se habían renovado casi por completo”, destaca.
El Instituto Geográfico Nacional (IGN) ha realizado unos modelos matemáticos para calcular los lugares por los que avanzarán estas coladas, en función de los parámetros de la lava y de las características del terreno. Con ese mapa, los científicos tratan de facilitar las labores de Protección Civil, señalando las rutas más probables, según explica la directora del Observatorio Geofísico Central del IGN, Carmen López: “Se conoce el área de máxima probabilidad de estar afectado por coladas de lava”.
No obstante, esos cálculos se han realizado a partir de las nueve bocas eruptivas, de dos fisuras distintas, que se han abierto ya, según López. Pero los científicos no descartan que puedan abrirse nuevas fisuras, que cambie el flujo o, aunque menos probable, que se generen nuevas erupciones en otro punto. De momento, un cono ha tomado protagonismo. López explica que, al alcanzar la superficie, el magma busca salida y “puede aparecer en distintos puntos de emisión, pero el mecanismo es el mismo. No sería otra erupción, pero no se descarta que puedan surgir otros puntos de emisión u otras pequeñas fracturas”.
Los primeros cálculos sugieren que el volcán cuenta con unos 17 o 20 millones de metros cúbicos de lava, menos de la mitad de los 43 millones que emitió el de Teneguía, pero es un cálculo muy preliminar que debe revisarse. Sobre la duración de la erupción, los científicos creen que puede llegar a semanas o incluso meses.
6.000 evacuados
El volcán de La Palma, el primero que entra en erupción en España desde el de Teneguía (también en La Palma) en 1971, mantiene en vilo a la isla canaria dos días después de que empezara a arrojar fuego y ceniza. El frente de lava que expulsa, de una altura media de seis metros, como un edificio de dos plantas, ya arrasa a su paso casas, cultivos e infraestructuras en localidades como Tacande o El Paraíso (pedanía de El Paso), informa Guillermo Vega. Hasta el momento la erupción del volcán del municipio palmero de El Paso no ha provocado víctimas personales, pero ha obligado a evacuar de sus domicilios a cerca de 6.000 personas. Está dejando una situación “desoladora” en la zona, según ha explicado el presidente del Cabildo, Mariano Hernández Zapata, pues la lava “se come literalmente viviendas, infraestructuras y cultivos que va encontrando en su camino hacia la costa del valle de Aridane”.
La Palma había estado en alerta máxima después de que se informaran más de 22.000 temblores en el espacio de una semana en Cumbre Vieja, una cadena de volcanes que tuvo una erupción importante por última vez en 1971 y es una de las regiones volcánicas más activas de Canarias.
La primera erupción volcánica en La Palma fue en 1430, según el IGN. En 1971, cuando un hombre murió al tomar fotografías cerca de coladas de lava.
Fuente: El Pais
Foto: Reuters