La presidenta del PRO nacional, Patricia Bullrich y el ex ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, Luis Miguel Etchevehere, analizaron las medidas comunicadas el día de hoy por el Gobierno Nacional, quien mantuvo por decreto los límites a la exportación.
La ganadería es una actividad a largo plazo. Cuando se modifican las condiciones de producción -como el cierre o limitación de exportaciones- los daños impactan de tal manera que es difícil revertirlos en el corto plazo.
Hoy, los argentinos consumimos el 70% de la carne que se produce. El 30% se exporta. Pero gracias a ese 30%, el ganadero obtiene el precio necesario para seguir invirtiendo y criando sus animales.
La cadena de ganados y carnes emplea, solamente en forma directa, 350.000 personas en todo el país. Sin duda, se trata de una actividad federal que genera arraigo. Ese es el empleo que se pone en riesgo con el cierre de los cupos.
Argentina es uno de los países en el que más se consume proteína animal: más de 110 kg por habitante, por año. Esto abarca carne vacuna, aviar y porcina.
Cerrar o limitar las exportaciones no va a hacer que baje el precio de la carne. Todo lo contrario. Esta decisión hace que suba el precio. *Y, como todos los bienes y servicios, eso genera inflación. Evidentemente, el gobierno va a las consecuencias y no a las causas.*
Con lo anunciado, la Argentina se dará el lujo de perder ingresos por aproximadamente 1.300 millones de dólares anuales.
La manera de poder generar divisas es exportando, y para tener todavía más carne para el consumo interno, es produciendo más. Esto se logra manteniendo la exportación abierta y no cambiando las reglas de juego por necesidades políticas.
Como tantas medidas de este gobierno, lo anunciado es contradictorio. No se puede pensar en un plan ganadero a la vez que se anuncia el cierre de exportaciones de cortes de carne.