El próximo 20 de octubre, los correntinos Cristian Sebastián Dening, exarquero del club Huracán de Goya, y su madre, Gabriela Elizabeth Wihte, enfrentarán a la Justicia acusados de montar un esquema piramidal que defraudó a cerca de un centenar de personas por más de 100.000 dólares.
Dening, de 30 años, se presentaba como “CEO y fundador de Tradeking”, promocionando supuestas inversiones con retornos extraordinarios: prometía duplicar el capital en apenas 60 a 90 días. Sin avales legales, construyó una fachada de éxito en redes sociales, mostrándose como trader internacional.
En su perfil digital, el joven exhibía viajes por playas de Brasil, un Audi TT último modelo y hasta una nueva vivienda, señales que utilizaba como gancho para captar a incautos ahorristas. Sin embargo, la investigación reveló que nunca estuvo registrado ante la Comisión Nacional de Valores y que el Banco Central lo calificaba como de “alto riesgo de insolvencia”.
La operatoria: negocios familiares y promesas imposibles
La trama funcionaba con una modalidad clásica de las estafas piramidales: los primeros inversores cobraban con el dinero de los nuevos ingresantes, generando una sensación de confianza. Su madre era pieza clave: desde su propia casa recibía los depósitos y abonaba los intereses iniciales.
Incluso, Dening ofrecía a allegados una comisión del 10% por cada cliente nuevo que acercaran a su “empresa”, un método destinado a expandir rápidamente la base de la pirámide. Cuando el esquema colapsó en 2022, cerró las oficinas en Goya y se fugó a España, de donde regresó hace apenas una semana para enfrentar el juicio.
La Justicia correntina considera a Gabriela Wihte como coautora de las maniobras, ya que no solo estaba presente en las oficinas alquiladas por su hijo, sino que también gestionaba pagos y participaba activamente en la operatoria.
El caso recuerda al de Leonardo Cositorto y Generación Zoe: promesas de rentabilidad astronómica, marketing personal de lujo y cientos de víctimas seducidas por la ilusión de “dinero fácil”.
Ahora, con la fecha del juicio fijada, se espera que la causa permita conocer en detalle el entramado que afectó a tantos incautos y defina las responsabilidades penales de madre e hijo.