El presidente argentino, Javier Milei, bajó de la escalera del avión en Israel y le anunció al canciller Israel Katz, que lo esperaba en la pista del aeropuerto Ben Gurion, su decisión de mudar la embajada argentina a Jerusalén, una medida de alto impacto político.
“Es un honor poder estar aquí. Estoy cumpliendo mi promesa de que el primer país que visitaría sería Israel y obviamente vengo a apoyar a Israel contra los terroristas de Hamas”, le dijo Milei a Katz, con el ruido del avión todavía de fondo. El presidente argentino afirmó que defendía el derecho a la “legítima defensa” del pueblo israelí y, de inmediato, le comunicó al canciller: “Mi plan es mudar la embajada a Jerusalén occidental”. Katz le agradeció y se dieron un abrazo.
Minutos después, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, celebró la llegada de Milei con un tuit con las dos banderas, la argentina y la de Israel.
Antes de que se conociera el anuncio hecho por Milei al bajar del avión, el diario La Nación consultó a la canciller Diana Mondino sobre el posible traslado y la funcionaria, al llegar al hotel de Jerusalén, dijo que es una medida que había sido anunciada en campaña, que estaba “en consideración” y que “llevaría tiempo”.
Precisó que el proceso de mudanza puede llevar entre cuatro y cinco años y que requiere, entre otras cosas, encontrar un terreno. En cuanto al significado de la medida, Mondino afirmó: “La situación actual de Israel nos hace creer mucho más en la necesidad de dar apoyo”. No está claro si estaba al tanto o no en ese momento de la conversación entre Milei y el ministro israelí.
Hay un antecedente para la movida que impulsa Milei: Donald Trump, cuando era presidente de Estados Unidos, se comprometió a hacer lo mismo con la embajada de su país, pero nunca lo llegó a concretar.
Hoy todos los países que tienen relaciones diplomáticas con Israel tienen su sede en Tel Aviv, que es la capital administrativa del país.